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  • Sara Castañón

La historia del té, más allá de una bebida

El té es una bebida milenaria que forma parte de la rutina diaria de miles de personas alrededor del mundo. Llamamos té a la hoja que proviene de la planta Camelllia Sinensis; de ahí proviene el té negro, té verde y té blanco, y contienen un cierto grado de cafeína. También conocemos las tisanas, que son un mezcla de hojas aromáticas y con sabores que nos recuerdan al té, pero que al no ser de la misma planta estas mezclas no contienen teína.


El té tiene una larga historia y un espíritu propio; desde su origen hasta su uso ceremonioso, el té nos enseña que más allá de una bebida, es a una forma de mirar la vida.


Historia del té


En prácticamente todas las culturas asiáticas existen leyendas y mitos sobre el origen del té. La más popular, y al país al que se le atribuye su origen, es la de China y data del año 2737 antes de nuestra era.

Cuenta la leyenda que un día Shen Nong, emperador chino y conocedor de la medicina botánica, se encontraba hirviendo agua en un cuenco. Allí la brisa depositó la hoja de un árbol y al probarla, el emperador notó que no era agua común corriente: había dado el primer sorbo de té. Por su conocimiento de la botánica, los beneficios medicinales del té no pasaron desapercibidos, y durante mucho tiempo ese sería el principal motivo de consumo.


No podemos ignorar la fuerte relación entre el té y el Tao y el Budismo Zen, y aunque no ahondaremos en ello, es importante mencionar que esta bebida milenaria fue fiel compañera de los monjes durante las noches de meditación y funcionó como una muestra de gran determinación, además de que se valoraba cada instante del proceso de preparación, sobre todo en las largas horas de ayuno.

“Pronto se corrió la voz de que en aquellos templos en que vivían monjes y ascetas se encontraba la clave para la vida eterna. Artistas fueron a aprender de los residentes y a experimentarlo por sí mismos para transmitir esa pureza en sus grabados y poemas, y no faltaron los codiciosos que pretendían develar el secreto, como si se tratara de algo material que pudiesen arrebatar de otras manos. A todos ellos, sin embargo, los monjes ofrecían una taza de té.” (Amira Palafox)

Aunque al inicio se valoró al té por sus beneficios medicinales y de botánica, hubo un momento en el que su expansión a otros países y otras culturas lo llevó a ser una bebida exclusiva de los monasterios y de la clase alta que la pudiera costear. Con el paso del tiempo la popularización del té fue transformándose, por un lado llegando a Europa y adaptándose a otras culturas con distintos usos, y por otro, las ceremonias del té que surgieron en Japón lograron un cambio hacía algo más profundo, hacía una especie de arte, de estética.


Hojas de té "Blanco Lima"

Ceremonia del té


El arte ceremonial del té en Japón surgió y se asentó entre el siglo XII y XIV en el período Muromachi a través de reinterpretación del término “Wabi”. En The Way of Tea: Reflections on a Life with Tea, de Aaron Fisher, describe que antes de ese período la palabra wabi tenía un significado negativo, comúnmente usado para expresar angustia, desolación y soledad. Es a partir de la influencia del Zen que se transformó el concepto. En el té, en la cultura y en el espíritu, la simpleza y la renuncia cobran otro sentido: “encontrarse solo y vacío era una expresión de la belleza.”


Wabi, que ahora hace referencia a una quietud y refinamiento, fue el inicio de un ideal y una estética que rodearon al té. En ella se toma en cuenta el espacio, desde los cuartos diseñados con materiales sencillos y sin decoración, hasta la fabricación de herramientas como la creación artesanal de utensilios de bambú y las teteras y tazas de cerámica; también, el proceso de preparación del té, desde su recolección y su secado, hasta la temperatura en la que se encuentra el agua.

Sen no Rikyū, una de las figuras más conocidas y emblemáticas en la historia de la ceremonia del té en Japón, introdujo el concepto de ichigo ichie:

"[...] todo encuentro es hermoso porque solo ocurre una vez. Mientras más sencilla y humilde es la mente de la persona que prepara el té, más limpio y puros son los instrumentos para prepararlo, y mientras más sencilla la decoración, mayor será el efecto en la persona que atiende la ceremonia." (Amira Palafox)

Rituales del té


En nuestra cotidianidad muy pocas veces nos detenemos a construir un momento completo, y eso sin duda ocurre cuando prestamos atención al té. Estamos acostumbrados a beberlo cuando nos sentimos enfermos, cuando tenemos visitas o cuando baja un poco la temperatura, sobre todo si no solemos beber café. Pero aunque no sea una ceremonia del té en un Chashitsu, sí podemos absorber sus principios y diseñar un momento que se adapte a nosotros y que nos brinde la intención alrededor de esta bebida tan bondadosa.

Cuando preparamos el té, o una tisana, intentemos movernos lentamente. Cuidemos que el agua hierva sin superar los 90°C para no amargar las hierbas, esperemos a que la infusión se haga correctamente en 3 o 4 minutos. Bebamos nuestra bebida estando presentes y permitiéndonos apreciar lo que nos rodea, alimentando los sentidos con un incienso en el ambiente, un suéter que nos cobije, una melodía que nos haga sentir en calma. Disfrutemos del té como una experiencia multisensorial.


Lecturas:



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